Esta autobiografía llevada a la mínima expresión -por su brevísima extensión y por la economía de su lenguaje-, me ha sabido a poco. Es casi más largo el prólogo q las memorias, y me hubiera gustado saber más, mucho más...
La autora narra su relación con la escritura, la lengua y el exilio al contarnos cómo la invasión soviética la obligó a abandonar Hungría y refugiarse en Suiza. En once capítulos cortos nos cuenta su peripecia vital, donde la pérdida de identidad, la melancolía y la invisibilidad del exiliado, coexiste con la fuerza y la tenacidad en la lucha de nuestra protagonista.
El título viene a contarnos cómo se sentía en relación con el lenguaje del país en que se refugia, la impotencia q le provoca la falta de conocimiento completo del mismo, la amargura de no poder desarrollar todo su potencial creativo e intelectual, la sensación de ser una analfabeta. Ese despojo de las palabras, tan vital para alguien q siempre soñó con ser escritora, se convierte en el eje central del libro: el desarraigo lingüístico como una forma de pérdida de identidad.
Se nos plantea la reflexión de la lengua como patria, como forma de estar en el mundo, y la violencia -y a la vez, acto de supervivencia- q supone escribir en una lengua adoptada.
Todo esto dicho con un estilo sobrio y sin adornos, con una austeridad q disuelve el melodrama; no hay sobreexposición (si a ello vamos, no hay apenas exposición) emocional, sino hechos contados con crudeza y q entendemos más por lo q se calla q por lo q se explicita.
Ejemplos:
“A los veintiún años, me enfrento a una lengua desconocida para mí. Empieza mi lucha para conquistar esa lengua, una lucha larga y encarnizada q durará toda mi vida. Por eso digo q la lengua francesa es una lengua enemiga. […] Esta lengua está matando a mi lengua materna.”
“Cinco años después de haber llegado a Suiza, hablo francés, pero no lo leo. No sé cómo he podido vivir sin leer durante cinco años.”
“Esta lengua, yo no la he escogido. Me ha sido impuesta por el destino, por el azar, por las circunstancias. Escribir en francés, estoy obligada a hacerlo. Es un desafío. El desafío de una analfabeta.”
Me ha gustado esta pequeña obra, y me ha hecho entender a la autora de mi admirada "Klaus y Lucas".
¿La han leído? ¿Les gustó? Les leo en comentarios.
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