domingo, 16 de julio de 2023

El cartel de #LaContadoraDePelículas

 Me ha llegado el cartel de La contadora de películas, un film basado en la novela del Premio Nacional de Literatura, Hernán Rivera Letelier, que acabé de leer hace unos días. La película se estrenará el 3 de noviembre de este año.

Me emocionó y me gustó mucho el libro, y ahora me pasa lo mismo con el cartel; les voy a explicar el porqué.

Resulta que cuando yo era pequeña tuve mi Cinema Paradiso y mi contador de películas personal. Entonces no existía internet y, en un pueblo insignificante, el cine era la mayor diversión.

Todos los domingos íbamos al cine mi padre, mi madre y yo (no hubo hermanos). Estaba situado en la parte baja del pueblo, con lo que la ida era llevadera, pero cuando terminaban las películas (sí, entonces eran dos) había que subir hasta mi casa, y yo tenía cinco o seis años nada más, y estaba cansada, y mimada... y mi padre siempre terminaba tomándome en brazos, diciéndole a mi madre (mucho más recta): "es que la chica está cojica".

Siempre mi padre y sus dotes para fabular...

Las películas sin él nunca fueron ya lo mismo. En aquel tiempo él era mi referencia para todo. Contaba, cuando ya era mayor, que mi curiosidad ante el cine era insaciable y que le daba codazos para que contestara mis preguntas, que se oían en el silencio de la sala y de las que se acordaba perfectamente.

Decía que mi pregunta preferida era: "¿Ese es bueno o malo?"

Yo recuerdo que sus respuestas eran crípticas; "A veces bueno, a veces malo" o "Depende" o "Ahora, bueno". 

Son preguntas que sigo haciéndome ahora sobre la gente y ... ¡cómo entiendo las respuestas de mi padre!

Nuestro género preferido era el de romanos, ¡cómo disfruté con BenhurCleopatra o Espartaco! Nos sabíamos trozos de diálogos de memoria; las escenas de la serpiente en Cleopatra, la de los leprosos en Benhur o la final de Espartaco quedarán para siempre en mis retinas.

Pero vamos al CARTEL..

Me ha emocionado profundamente porque, como este, el cine de mi pueblo también estaba iluminado así; destacaba entre todos los edificios porque esa era la intención, era nuestro Faro de Alejandría.

Mi padre, mi madre y yo, podríamos haber sido perfectamente ese matrimonio e hija que se ve en el cartel, con esa cara y ropas de domingo, con esa ilusión por explorar lo que en ese templo del celuloide se nos tiene preparado...



Nosotros no vivíamos en un pueblo minero del desierto de Atacama (Chile), sino en un secarral de pueblo español con muy pocos recursos y mucha ilusión por derrochar. Mi padre era generoso, me la daba a raudales, y yo nunca le agradeceré bastante aquella paciencia ante mis codazos, mis preguntas, mi curiosidad de niña pequeña a la que parece que no le bastaba con lo que había en la realidad. 
Mi padre hizo que las películas cobraran una dimensión universal, daba con ellas explicación a todas las cuestiones de la vida, cuestiones que yo he insistido en buscar después en los libros, pero...
... en un principio fue el cine, luego vino todo lo demás: los libros, la universidad, la vida (pálido reflejo de la gran pantalla).

Todo esto me ha traído el CARTEL...
... ¿y a ustedes? ¿Les recuerda su niñez, su adolescencia (ese sería todo un capítulo aparte)? 
¿En su madurez, el cine les sigue atrapando con la misma garra?
Les escucho...

10 #razonesparaleerLaContadoraDePeliculas

Se estrena pronto el film "La contadora de películas" basado en la novela homónima del Premio Nacional de Literatura chileno Hernán Rivera Letelier.

Se me pide que dé razones a los docentes para leerla este verano. Aquí van mis 10 razones.



 Leerla para...

SONREIR: "como en casa el dinero andaba a caballo y nosotros a pie..."

ASUMIR LA PROPIA IDENTIDAD: "en la familia éramos cinco hermanos. Cuatro hombres y yo [...]Andaba a pata pelada todo el santo día, fumaba a escondidas [...] y hasta había aprendido a mear parada. Se mea parada, se orina acuclillada [...]. Me costó lo mío acostumbrarme a orinar como las señoritas. Me costó más que aprender a leer."

OLVIDARSE EN EL TIEMPO, PERDERSE EN LA AVENTURA: "Mis hermanos imitaban a la perfección el caminar arqueado y la mirada oblicua de John Wayne, el rictus despectivo de Humphrey Bogart [...]. Yo los mataba de risa al tratar de batir las pestañas a lo Marilyn Monroe, o de imitar los mohines inocentes -voluptuosamente inocentes- de Brigitte Bardot."

ENVOLVERSE EN LA MAGIA DE LAS PALABRAS: "El atardecer era para mí la hora más bonita de la pampa. Los últimos rayos del sol pintaban de oro el óxido de las calaminas y los colores del crepúsculo hacían juego con los pañuelos de seda que usaba mi madre. Ella adoraba los pañuelos de seda."

ACCEDER A MUNDOS IMAGINARIOS: "A mí, la nave del cine en penumbra me causaba fascinación; me parecía una especie de caverna misteriosa secreta, siempre inexplorada. Al atravesar las pesadas cortinas de terciopelo me daba la ilusión de pasar del crudo mundo real a un maravilloso mundo mágico."

TOMAR CONCIENCIA SOCIAL: "Las casas del campamento, como todas las salitreras de la pampa, definían perfectamente las tres clases sociales imperantes: las casas de calamina de los obreros, las casas de adobe de los empleados y los lujosos chaleses de los gringos."

VIAJAR AL INTERIOR DE UNO MISMO: "Al final pasé a llamarme María Margarita, nombre que a mí, la verdad, nunca me gustó mucho: me sonaba a mansedumbre, a conformidad, a madre sumisa."

ABANDONARSE A LOS RÍTMOS: "Solía ocurrir que al Cojo Peliculero, como le decían al operador, se le confundieran los rollos [...] y viéramos el final por la mitad de la película. O el principio al final. O el medio al principio. Entonces todo se volvía una majamama y nadie entendía un carajo."

ENFRENTARSE A LOS MIEDOS: "... esos niños licenciosos [...] que iban al cine no a ver la película, sino a atracarle el bote a las niñas. [...] Una vez un barrabás de los más grandes, le sacó los calzones rosados a una niña, los hizo girar triunfalmente por sobre las cabezas y los lanzó al aire, y como la película estaba aburridísima, los espectadores, con gran alborozo, comenzaron a lanzárselos unos a otros. Yo no me dejaba. Aunque dijeran que me hacía la mosquita muerta [...] pero al cine yo iba a ver la película."

ACEPTAR LAS DIFERENCIAS PERSONALES: "Como pasaba con la mayoría de las niñas pampinas, aunque recién iba a cumplir los once años, tenía un cuerpo demasiado desarrollado para mi edad. Algunos hombres decían, con un brillo lúbrico en la mirada, que lo que hacía madurar antes de tiempo a las niñas pampinas era el salitre, no en vano era elogiado en todas las latitudes como el mejor abono natural del mundo."


... porque, ya saben, "estamos hechos del mismo material de los sueños" según Shakespeare en La tempestad, pero según Hada del cine, la protagonista de nuestra novela: "estamos hechos del mismo material que las películas".

¡Buen verano! ¡Felices lecturas!