domingo, 29 de mayo de 2016

Tres días en Viena (II)

Mi segundo día en Viena contuvo lo más importante de mi viaje; la visita al campo de exterminio de Mauthausen, del que ya les he hablado ampliamente. 
Ahora solo les cuento otros aspectos del día, no menos interesantes, aunque mucho más amables. 
Mauthausen es un pueblo poco conocido, siempre que oigan hablar de él será en relación con el campo, pero sorprendentemente resultó un lugar precioso, con mucha historia detrás. Proviene de la edad media, su nombre significa literalmente "peaje", el que tenían que pagar para pasar al otro lado del Danubio.

El campo no es fácil de encontrar, la señalización es escasa y escondida. Una vez que subes la colina que lleva hasta allí, el paisaje sigue mejorando. Les muestro lo que se ve al llegar al pueblo, lo que se ve desde la colina del campo, y lo que veíamos mientras comíamos a medio camino entre uno y otro.
Fue un día memorable, sin duda.
Mi música de hoy ha sido escogida "por culpa" de Midnigth in Paris de Woody Allen; espero que les emocione como a mí. Segundo día en Viena on PhotoPeach    

lunes, 23 de mayo de 2016

Tres días en Viena (I)

    Tres días en Viena no dieron para mucho, por eso previamente habíamos seleccionado lo que debería ser visitado sin falta. Se lo cuento por si se encuentran en la misma tesitura. Estos fueron mis sitios imprescindibles.
    Primer día. Como el apartamento que alquilamos estaba muy cerca del complejo Belvedere, ese fue nuestro primer destino, y ¡uno de los más esperados, porque allí está El beso de  Klimt! Les cuento un secreto: no se me da bien dibujar ni entiendo de arte, pero eso no impide que lo disfrute muchísimo. No me busquen en viajes de playa, a pesar de ser el paisaje que más me gusta (ya vivo en verano al lado de ella), pero me encontrarán en todos los museos de los sitios a los que pueda viajar.

    Retomemos... ¡Lástima que no pudieran hacerse fotos al cuadro! Para los más fans había una sala al lado con una reproducción, yo la usé, claro. Di muchas vueltas por las salas del palacio, convertido en museo, pero mis pasos siempre volvían al "cuadro amarillo", como yo lo llamo. Es digno de ver, no solo por su tamaño y colores, sino porque cada vez que lo miras captas algo que no habías visto antes: una mirada de ella o de él, un gesto posesivo o sumiso, una tensión no resuelta, un querer salir del supuesto prado de flores que los acoge, unos amarillos y dorados imposibles, una composición atípica y rompedora... Estoy muy contenta de haber bautizado mi estancia en Viena delante de ese cuadro... Por no hablar de las chimeneas que allí encontré, ¡ya saben que soy adicta!
    Todo el conjunto de palacios y jardines es impresionante: no es Versalles (nada puede serlo), pero nos da una idea del esplendor de la época.

    Después nos propusimos, tranvía en ristre, llegar a La Casa Hundertwasser, una arquitectura juguetona, una especie de Fata Morgana que yo ansiaba ver especialmente. Situada en Kegelgasse 34-38 en el distrito 3 de Viena, es un complejo residencial municipal, construido entre 1983 y 1985. Estructurado por Hundertwasser y planificado por el arquitecto Joseph Krawina, combina pisos y fachadas ondulantes, aberturas irregulares, gran colorido y vegetación (250 árboles y arbustos). No se adapta a las normas y clichés de la arquitectura, es un viaje a la arquitectura creativa, de la que tenemos un ejemplo en España con Gaudí. 

    Luego, ya solo nos dio tiempo a pasear un poco por el centro histórico, con ambiente de luces y música especiales, por algo ha sido declarado monumento del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
    A pesar de que usamos el tranvía para todo, anduvimos una media de 11 o 12 km por día: ya saben, patear las calles es imprescindible en los viajes.
    Les dejo la presentación de fotos correspondiente, con la música que Joselu no oirá, pero del que me he acordado después de elegirla: yo diría que queda "intensa". Pongo el link aquí porque no sé si estará de acuerdo: https://www.youtube.com/watch?v=vdbAB7iGai4&list=RDvdbAB7iGai4




      Primer día en Viena on PhotoPeach

    domingo, 15 de mayo de 2016

    Homenaje hoy a las miles de víctimas de Mauthausen (y V)

    Extracto de la información aparecida en Público-es:
    " EFE
    VIENA.- Unas 6.000 personas de numerosos países rindieron hoy homenaje a los cerca de 190.000 prisioneros del campo de concentración nazi de Mauthausen, y apelaron a la vigilancia para evitar que la barbarie vuelva a golpear a Europa.

    A la ceremonia asistieron 25 supervivientes, comitivas de diversos países, así como la cúpula del Gobierno de Austria, altos representantes de otras naciones, miembros del cuerpo diplomático, destacadas personalidades y artistas.

    La comitiva española, de unas 60 personas, ha estado encabezada por el secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Ignacio Ybáñez, quien, en un acto aparte organizado por la Asociación Amical Mauthausen en el Memorial a los Españoles Republicanos del campo, rindió homenaje a las víctimas españolas.

    Considerados por los nazis como apátridas y enemigos políticos del Tercer Reich, 7.532 españoles fueron deportados a Mauthausen, de los que murieron unos 5.000."  

    Es una hermosa noticia para conmemorar el 71 aniversario de la liberación del campo, y con ella pongo fin a lo que he compartido con ustedes en la visita que hice allí hace algunos días.

    Solo me queda mostrarles tres imágenes de las muchas que me impresionaron en el museo interior del campo:
    El "pijama de rayas"
    Bote de gas Zyklon
    "El Zyklon B se vertía en tuberías perforadas desde el tejado, una vez que las víctimas eran encerradas. El Zyklon B reaccionaba con la humedad ambiental interna producida por las personas, y estas sufrían en primer lugar sofocación. Posteriormente perdían el control de los esfínteres por la anoxia[...]  Luego venía la inconsciencia, la muerte cerebral, el coma y la muerte, entre 20 y 25 minutos después de ingresadas las dosis de veneno. La muerte no es instantánea como podría deducirse sino debida a una sofocación creciente en las víctimas." (Wikipedia).
    La temida jeringuilla de gasolina, cianuro...
    Gracias por su fidelidad, ha sido catártico contarles todo esto.
    La intención también era dejar testimonio, asegurarles, porque lo he vivido en mi familia, que eso sucedió de verdad. Que la memoria histórica es importante, no solo para consuelo de los familiares, sino para que no se repitan hechos semejantes. 

    Nos seguimos leyendo... si así lo quieren.

    domingo, 8 de mayo de 2016

    Después de Mauthausen (IV). Permítanme que insista...

    Casi todo en mi vida empieza con un libro. En el caso de mi obsesión por el nazismo fue con este:
    Desde bien pequeña, lo veía destacar en las estanterías que enmarcaban la chimenea de mi casa. Me llamaba la atención la portada; más adelante, las ilustraciones que había dentro. Eran como algo prohibido: ¡las cosas que había en las fotografías escandalizaban a la niña que yo era! Más tarde empecé a asociar el libro a la vida de un hermano de mi padre que vivía en París y al que no conocía. A su mujer, Colette, sí, porque venía todos los veranos con su hijo, pero a él no lo dejaban venir, me decía mi abuela. Después de unos años puse cara, voz y sentimientos a ese tío desconocido que aseguraba que le habían pasado esas cosas que yo había leído y visto en el libro. Siempre hubo una conexión muy fuerte, no solo porque era un héroe para mí (a esas alturas yo ya había leído de todo sobre campos de concentración), sino porque como ser humano era extraordinario.
    Desde entonces llevé este ejemplar al colegio cada dos años. Sí, en años alternos. Yo siempre he trabajado con las últimas edades de primaria, así que cuando me tocaba sexto, allá por el último trimestre, les llevaba el libro y les hablaba del tema. Les contaba la historia general, mi historia particular y divagábamos para filosofar sobre la intolerancia, el peligro de los fanatismos, de creer que hay una sola verdad, una sola religión, la nuestra, que es la única "verdadera" (aquí las caras de asombro eran de antología), una sola lengua, la castellana, que es mejor que la gallega, la catalana... La verdad es que el tema daba para mucho, y aprovechando el interés e inevitable morbo que despierta, yo tiraba del hilo... Sí, se puede trabajar con alumnado de primaria, cuidando de que no degenere y quede en interés morboso sin más.
    Hoy vengo a hablarles sobre lo que vi en las interioridades de Mauthausen, ese campo donde mi tío estuvo casi cuatro años. Es lo más duro de la visita aun estando todo "maquillado" y cuidadísimo. Uno no puede ni acercarse a imaginar qué pasaría por sus mentes cuando los tenían horas a la intemperie para contarlos o con cualquier otra excusa, en la plaza central o en la de las cocheras, después de una jornada agotadora, con hambre y frío extremos. Yo no vi las literas en los barracones; mi amiga Feli cuenta en una excelente entrada que les recomiendo vivamente, que las han quitado porque impresionaban demasiado a los visitantes. Como impresionan las piletas donde se lavaban, las torres de vigilancia, la chimenea... 
    Pero si vamos a hablar de impresiones fuertes, déjenme que les diga que para mí lo peor fueron las duchas, más que los hornos crematorios; no sé, tiene esa habitación una sordidez que te aprisiona, te ahoga, te hace querer salir de allí inmediatamente.
    Otra de las cosas que recordaré siempre son las celdas de castigo: ¡una prisión dentro de otra prisión! ¡Es increíble que todavía necesitaran más horror dentro del horror!

    Les dejo uno de mis queridos Photopeach con algunas de mis fotos. Verán que el viaje de Feli es diferente al mío, como lo serían sin duda sus viajes si los hicieran. A mí me ha servido mucho el suyo, he reparado en cosas que no había visto y he apreciado otras de distinta manera.
    Espero que les parezca adecuada "La danza de los caballeros" del Romeo y Julieta de Prokofiev, una de mis músicas épicas favoritas. Mejor véanlo en pantalla completa.
    Mathausen por dentro on PhotoPeach

    lunes, 2 de mayo de 2016

    Después de Mauthausen (III)

    Saben que ando buscando las claves de la supervivencia de los escasos españoles que consiguieron salir del campo de Mauthausen, en Austria.
    (De los 7.189 españoles que entraron en el campo, solo 2.374 vivieron el momento de la Liberación. La mayoría estaba fichada como enemigos de la dictadura franquista y no pudieron volver a España hasta que murió Franco en 1976).
    Monumento a los republicanos españoles
    Hoy quiero mostrarles las fotos que hice a los monumentos que los diferentes países erigieron en el campo a sus compatriotas prisioneros. En el libro Los años rojos de Mariano Constante se habla de todas esas nacionalidades, y se da una de las claves para sobrevivir, la que tantas veces escuché a mi tío: "Formar parte de la Resistencia del campo era fundamental, te daba razones para no dejarte morir en un rincón". 
    Monumento a los judíos
    Parece que ellos, forjados en la Guerra Civil española, tenían la fuerza y la unión necesaria para salvaguardar sus ideales políticos y actuar en consecuencia. Su "Organización clandestina" fue la primera del campo y la que sirvió de modelo para todas las demás.
    Monumento de Bulgaria
    En palabras de Constante:
    "Gracias a nuestra organización política, los hombres de nuestra compañía se mantenían unidos [...] Había que organizarnos para sabotear a los nazis tantas veces como fuera posible [...]  me habían elegido para formar parte de la dirección de nuestra organización clandestina. [...] 
    Monumento de Italia
    Reventábamos los sacos de legumbres al cargarlos en los vagones, echábamos gas-oil en las cajas de mantequilla, mojábamos con agua los sacos de harina [...] Cuando se trataba de material de guerra o maquinarias diversas, procurábamos dejarlas caer al suelo. [...] 
     
    Monumento de Hungría
    Yo mismo llegué a pensar, alguna vez, si realmente eran "positivos" aquellos actos, y entonces encontraba la respuesta recordando  una lectura de mi niñez: "... Por un clavo se perdió una herradura, por una herradura se perdió un caballo, por un caballo se perdió un general, por un general se perdió una batalla y por una batalla se perdió un reino." Sí, eran pequeñas acciones, pero perdiendo un tornillo, descarriló un tren... [...]

    "Cada victoria aliada, cada golpe duro asestado a los hitlerianos, representaban un paso adelante en nuestra organización, y crecía la voluntad de luchar. A esto se añadió la progresión lenta pero segura, de nuestros hombres hacia los puestos importantes que podían dar pie a modificar el ambiente del campo [...] 

    Como secretario número 1, conseguimos colocar a un deportado político, miembro de la organización internacional que ya estaba en vías de formación. Otros puestos importantes de la cocina y en el almacén de los SS, también fueron ocupados por amigos nuestros[...] 

    Monumento de Polonia

    Monumento de Rusia
    Duro, muy duro había sido nuestro "aprendizaje", pero, si cada nacionalidad tenía en 1943 su organización clandestina, ello lo debían a los españoles que habíamos sido los primeros, y los tercos instigadores de todo aquel tinglado."
    Al principio, la lucha fue ardua y las acciones se limitaban a aportar alguna ayuda a los más débiles y a mantener su moral.  Después se fueron creando cadenas de solidaridad, dando cada uno una cucharada de su sopa y unos gramos de pan para que pudieran sobrevivir los más débiles. En 1943, cuando trasladaron a los SS más duros al frente del este, la organización española encontró más "huecos". Por aquel entonces ya eran expertos estrategas en la lucha por la supervivencia. Controlaban el almacén, la enfermería y la cocina. Sustraían medicinas y alimentos que luego distribuían entre los presos. El "aparato clandestino" se fue reforzando y coparon los puesto de "enchufe" (por algo eran los más veteranos del campo). 
    Mi tío, que trabajó en la cantera al principio, siempre decía que no hubiera sobrevivido si no lo hubieran enchufado en la cocina: hablaba de peladuras de patata, trozos de cuero, ratas, gatos,...
    El caso es que siguiendo el ejemplo de los españoles, cada contingente de un país creó su propio comité de resistencia, hasta que al final se constituyó el Comité Internacional que tanto ayudó a gestionar los hechos acontecidos en los últimos tiempos, antes y después de la Liberación.

    Siempre hubo, y Constante lo cuenta en su libro, prisioneros que no dieron la talla, pero en general, aunque solo fuera porque siguiéndola tenían un objetivo en la vida, practicaron la máxima de Kant: "Portarnos siempre como si la norma de nuestros actos hubiera de convertirse en ley general"