Acabo de leer "Cervantes para cabras, Marx para ovejas" (Maclein y Parker, 2020, 320 páginas), de Pablo Santiago Chiquero.
Este es una delicia de libro, aunque inclasificable.
Con una prosa al más puro estilo cervantino, asistimos a las venturas y desventuras de un pastor de cabras y ovejas en un pueblo de Córdoba. Mateo es un hombre muy inteligente, pero la falta de alicientes le hace caer en una depresión y queda encamado.
Da la casualidad de que al pueblo llega un nuevo maestro amante de los libros que, ante los ruegos de la madre del pastor, le presta El Quijote, de cuya lectura saldrá trasnformado. Después, El Capital, de Marx, y cuál no será su sorpresa cuando al leer en voz alta, constata que sus cabras prestan más atención a Cervantes y sus ovejas a Marx.
Sobre esta premisa se construye un libro encantador, tierno, muy rural, lleno de autenticidad, en el que se cuestionan cosas como el poder transformador de la cultura, -sobre todo de los clásicos-, el derecho a la utopía, la valía de la democracia...
Es una obra divertidísima que coge mucho vuelo con la creación por parte de Mateo de la "Ínsula de la Esperanza", especie de comuna colectivizada al estilo Barataria, que sorprende en cada frase por su acierto en la toma de decisiones para llevarla a cabo, su tono quijotesco, como ya hemos dicho, y su finísimo sentido del humor.
Pero la llegada de la guerra civil hará que sus habitantes se preparen para defenderla a muerte -por amor a la cultura, por lo que les costó llevarla a cabo siendo prácticamente analfabetos y sin medios, por lo que representa-...
Nada falta ni sobra en esta pequeña obra de arte que se lee con una sonrisa en la boca, cuando no carcajada, de cabo a rabo.
Exquisita, primorosa, una delicia.
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