martes, 30 de abril de 2024

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Acabo de leer "Una cuestión personal" (1989, Anagrama 1999, 190 páginas), de Kenzaburo Oé.


En esta pequeña gran obra con tintes autobiográficos, se nos plantea uno de los grandes dilemas de la humanidad: ¿dejar vivir a tu hijo, seguramente como un vegetal, dadas sus deformaciones congénitas, o dejarlo  morir para que no sufra y no haga sufrir?
Esto es lo que le sucede a Bird, nuestro protagonista, que durante 3 días tendrá su particular bajada a los infiernos, mientras decide, cual Ser Supremo, su veredicto.
Es desgarrador seguir los pensamientos destructivos y autodestructivos de este padre cuyo mayor sueño en la vida es conocer África, cosa que ya no podrá hacer si el bebé vive.
África se convierte en el leitmotiv de toda la obra, en el símbolo de todo lo que tendrá que dejar de lado si su hijo sobrevive.
Este chico de 27 años tiene que madurar de golpe, el monstruo de la responsabilidad ha venido para quedarse.
Introspectiva al estilo japonés, me ha recordado mucho la obra de Dostoyevski y sus grandes dilemas morales.
A ratos he desconectado de las actividades absurdas, desde mi propia cultura, que realiza durante estos tres días antes de tomar su decisión (por cierto, su esposa no sabe nada, es ninguneada en la obra como si no formara parte de la ecuación; eran otros tiempos, pero ¡vaya con Oé!).
Ya he hablado varias veces de mi distanciamiento con la literatura nipona, que intento mejorar siempre que puedo. Eso de que el protagonista tiene pensamientos profundos y, de momento ve pasar dos garzas por el cielo, por ejemplo, y se le va el santo al cielo, nunca mejor dicho, y divaga y va a lugares que no llevan a ningún sitio, no es algo para mí. Son como parones, como lugares fríos y asépticos que cortan la trama en trocitos pequeños que me cuesta recomponer. No sé expresarme mejor, pero estoy en ello, intentando comprender esa cultura tan lejana a mis gustos y forma de ser.
Exceptuando eso, la obra me ha gustado; Oé tiene cosas que decir y aporta nuevas perspectivas a los temas recurrentes de la humanidad. La recomiendo, y si ya os gusta la literatura asiática, mejor que mejor!

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