Se estrena pronto el film "La contadora de películas" basado en la novela homónima del Premio Nacional de Literatura chileno Hernán Rivera Letelier.
Se me pide que dé razones a los docentes para leerla este verano. Aquí van mis 10 razones.
Leerla para...
SONREIR: "como en casa el dinero andaba a caballo y nosotros a pie..."
ASUMIR LA PROPIA IDENTIDAD: "en la familia éramos cinco hermanos. Cuatro hombres y yo [...]Andaba a pata pelada todo el santo día, fumaba a escondidas [...] y hasta había aprendido a mear parada. Se mea parada, se orina acuclillada [...]. Me costó lo mío acostumbrarme a orinar como las señoritas. Me costó más que aprender a leer."
OLVIDARSE EN EL TIEMPO, PERDERSE EN LA AVENTURA: "Mis hermanos imitaban a la perfección el caminar arqueado y la mirada oblicua de John Wayne, el rictus despectivo de Humphrey Bogart [...]. Yo los mataba de risa al tratar de batir las pestañas a lo Marilyn Monroe, o de imitar los mohines inocentes -voluptuosamente inocentes- de Brigitte Bardot."
ENVOLVERSE EN LA MAGIA DE LAS PALABRAS: "El atardecer era para mí la hora más bonita de la pampa. Los últimos rayos del sol pintaban de oro el óxido de las calaminas y los colores del crepúsculo hacían juego con los pañuelos de seda que usaba mi madre. Ella adoraba los pañuelos de seda."
ACCEDER A MUNDOS IMAGINARIOS: "A mí, la nave del cine en penumbra me causaba fascinación; me parecía una especie de caverna misteriosa secreta, siempre inexplorada. Al atravesar las pesadas cortinas de terciopelo me daba la ilusión de pasar del crudo mundo real a un maravilloso mundo mágico."
TOMAR CONCIENCIA SOCIAL: "Las casas del campamento, como todas las salitreras de la pampa, definían perfectamente las tres clases sociales imperantes: las casas de calamina de los obreros, las casas de adobe de los empleados y los lujosos chaleses de los gringos."
VIAJAR AL INTERIOR DE UNO MISMO: "Al final pasé a llamarme María Margarita, nombre que a mí, la verdad, nunca me gustó mucho: me sonaba a mansedumbre, a conformidad, a madre sumisa."
ABANDONARSE A LOS RÍTMOS: "Solía ocurrir que al Cojo Peliculero, como le decían al operador, se le confundieran los rollos [...] y viéramos el final por la mitad de la película. O el principio al final. O el medio al principio. Entonces todo se volvía una majamama y nadie entendía un carajo."
ENFRENTARSE A LOS MIEDOS: "... esos niños licenciosos [...] que iban al cine no a ver la película, sino a atracarle el bote a las niñas. [...] Una vez un barrabás de los más grandes, le sacó los calzones rosados a una niña, los hizo girar triunfalmente por sobre las cabezas y los lanzó al aire, y como la película estaba aburridísima, los espectadores, con gran alborozo, comenzaron a lanzárselos unos a otros. Yo no me dejaba. Aunque dijeran que me hacía la mosquita muerta [...] pero al cine yo iba a ver la película."
ACEPTAR LAS DIFERENCIAS PERSONALES: "Como pasaba con la mayoría de las niñas pampinas, aunque recién iba a cumplir los once años, tenía un cuerpo demasiado desarrollado para mi edad. Algunos hombres decían, con un brillo lúbrico en la mirada, que lo que hacía madurar antes de tiempo a las niñas pampinas era el salitre, no en vano era elogiado en todas las latitudes como el mejor abono natural del mundo."
... porque, ya saben, "estamos hechos del mismo material de los sueños" según Shakespeare en La tempestad, pero según Hada del cine, la protagonista de nuestra novela: "estamos hechos del mismo material que las películas".
¡Buen verano! ¡Felices lecturas!
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