Tres días en Viena no dieron para mucho, por eso previamente habíamos seleccionado lo que debería ser visitado sin falta. Se lo cuento por si se encuentran en la misma tesitura. Estos fueron mis sitios imprescindibles.
Primer día. Como el apartamento que alquilamos estaba muy cerca del complejo Belvedere, ese fue nuestro primer destino, y ¡uno de los más esperados, porque allí está El beso de Klimt! Les cuento un secreto: no se me da bien dibujar ni entiendo de arte, pero eso no impide que lo disfrute muchísimo. No me busquen en viajes de playa, a pesar de ser el paisaje que más me gusta (ya vivo en verano al lado de ella), pero me encontrarán en todos los museos de los sitios a los que pueda viajar.
Retomemos... ¡Lástima que no pudieran hacerse fotos al cuadro! Para los más fans había una sala al lado con una reproducción, yo la usé, claro. Di muchas vueltas por las salas del palacio, convertido en museo, pero mis pasos siempre volvían al "cuadro amarillo", como yo lo llamo. Es digno de ver, no solo por su tamaño y colores, sino porque cada vez que lo miras captas algo que no habías visto antes: una mirada de ella o de él, un gesto posesivo o sumiso, una tensión no resuelta, un querer salir del supuesto prado de flores que los acoge, unos amarillos y dorados imposibles, una composición atípica y rompedora... Estoy muy contenta de haber bautizado mi estancia en Viena delante de ese cuadro... Por no hablar de las chimeneas que allí encontré, ¡ya saben que soy adicta!
Primer día. Como el apartamento que alquilamos estaba muy cerca del complejo Belvedere, ese fue nuestro primer destino, y ¡uno de los más esperados, porque allí está El beso de Klimt! Les cuento un secreto: no se me da bien dibujar ni entiendo de arte, pero eso no impide que lo disfrute muchísimo. No me busquen en viajes de playa, a pesar de ser el paisaje que más me gusta (ya vivo en verano al lado de ella), pero me encontrarán en todos los museos de los sitios a los que pueda viajar.
Retomemos... ¡Lástima que no pudieran hacerse fotos al cuadro! Para los más fans había una sala al lado con una reproducción, yo la usé, claro. Di muchas vueltas por las salas del palacio, convertido en museo, pero mis pasos siempre volvían al "cuadro amarillo", como yo lo llamo. Es digno de ver, no solo por su tamaño y colores, sino porque cada vez que lo miras captas algo que no habías visto antes: una mirada de ella o de él, un gesto posesivo o sumiso, una tensión no resuelta, un querer salir del supuesto prado de flores que los acoge, unos amarillos y dorados imposibles, una composición atípica y rompedora... Estoy muy contenta de haber bautizado mi estancia en Viena delante de ese cuadro... Por no hablar de las chimeneas que allí encontré, ¡ya saben que soy adicta!
Todo el conjunto de palacios y jardines es impresionante: no es Versalles (nada puede serlo), pero nos da una idea del esplendor de la época.
Después nos propusimos, tranvía en ristre, llegar a La Casa Hundertwasser, una arquitectura juguetona, una especie de Fata Morgana que yo ansiaba ver especialmente. Situada en Kegelgasse 34-38 en el distrito 3 de Viena, es un complejo residencial municipal, construido entre 1983 y 1985. Estructurado por Hundertwasser y planificado por el arquitecto Joseph Krawina, combina pisos y fachadas ondulantes, aberturas irregulares, gran colorido y vegetación (250 árboles y arbustos). No se adapta a las normas y clichés de la arquitectura, es un viaje a la arquitectura creativa, de la que tenemos un ejemplo en España con Gaudí.
Luego, ya solo nos dio tiempo a pasear un poco por el centro histórico, con ambiente de luces y música especiales, por algo ha sido declarado monumento del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
A pesar de que usamos el tranvía para todo, anduvimos una media de 11 o 12 km por día: ya saben, patear las calles es imprescindible en los viajes.
Les dejo la presentación de fotos correspondiente, con la música que Joselu no oirá, pero del que me he acordado después de elegirla: yo diría que queda "intensa". Pongo el link aquí porque no sé si estará de acuerdo: https://www.youtube.com/watch?v=vdbAB7iGai4&list=RDvdbAB7iGai4
A pesar de que usamos el tranvía para todo, anduvimos una media de 11 o 12 km por día: ya saben, patear las calles es imprescindible en los viajes.
Les dejo la presentación de fotos correspondiente, con la música que Joselu no oirá, pero del que me he acordado después de elegirla: yo diría que queda "intensa". Pongo el link aquí porque no sé si estará de acuerdo: https://www.youtube.com/watch?v=vdbAB7iGai4&list=RDvdbAB7iGai4
6 comentarios:
Conchita, tengo un MAC y el navegador es Safari. Pero algo debe pasar porque me está dando problemas. Si utilizo Google Chrome lo oigo perfectamente, como así ha sido. Es problema de navegador. Me ha encantado el vídeo. Es muy hermoso. ¡Qué magnificencia! La antigua capital imperial tiene majestuosidad y estilo. Pero poco puedo aportar a tu visita y al vídeo. No he estado en Austria. Este país solo lo conozco por los libros de Thomas Bernhard y ya te puedes imaginar. Es austriaco pero en Austria lo odian en general y no me extraña. Sus exabruptos sobre Austria y los austriacos a los que lo más fino que les llama es marranos es hilarante. Su acidez es terapéutica. Todo gran país ahíto de gloria necesita alguien que execre de esa gloria y añada toneladas de ácido nítrico sobre el orgullo patrio. Pienso que los catalanes necesitarían -en su prepotencia y sentimiento de superioridad- un Thomas Bernhard, salido de entre ellos y que los pusiera a caldo. Uno posible era Albert Boadella pero ya le han tachado de la nómina de catalanes como traidor.
Thomas Bernhard es el mejor escritor austriaco moderno. Otros fueron Robert Musil y Elias Canetti que no era austriaco pero estudió y vivió allí.
Otra referencia a Viena está en la película de Orson Welles, El tercer hombre donde sale el parque de atracciones que supongo que visitaríais.
En fin, un bello recuerdo de Viena con esas dos mujeres tan hermosas, tu hija y tú. Me encanta El beso.
Un abrazo.
¡Por finnn, has oído la músicaaa! Ya creo que he dicho otras veces que paso mucho tiempo buscando la que creo adecuada, así que si no la oías, para mí era como si leyeras las entradas a medias, ¡viva chrome! :))
Gracias por recordar que esto es un blog sobre libros, ya que la autora se va por donde le da la gana, está bien que alguien vuelva a centrar el tema. Apunto los autores que sugieres, creo que he leído a Musil, pero si no lo recuerdo bien es cuestión de revisar mis listas y, en su caso, revisar al propio Musil; ya te diré.
Pues no sabía yo que el parque del Prater sale en la peli de Welles, ¡mira tú que excusa para volver a verla! Si es que todo nos lleva a la literatura o al cine...
Gracias por enriquecer cada una de mis entradas.
Un abrazo.
Y, claro, me he olvidado al revalorizado Stefan Zweig, escritor ameno donde los haya, He leído un par de veces "El mundo de ayer", además de otras como la biografía de Balzac, Momentos estelares de la humanidad... Si no lo has leído, te lo recomiendo vivamente. Robert Musil es literatura pura y eso a veces es duro de roer. Zweig es, además, como he dicho, extraordinariamente ameno. Era judío, formaba parte de esa intelligentzia de la Europa Central en el periodo de entreguerras.
Pues amiga bien por ser planificadora de viajes cuando el tiempo es poco. Bella elección en su primer día por lo que veo. Y también de acuerdo que hay que caminar mucho para ver más e incluso disfrutar de esas "cosas sueltas" que de otro modo se escaparían. Yo no sirvo para los tour, o esos bus de paseo, mientras la guía muestra un lado yo miro hacia el otro, me gustan las ciudades, las construcciones, pero tengo un afán especial por ver lo cotidiano, lo no excepcional a nivel turístico, lo que la gente del lugar vive, y la gente, me encanta ver a la gente. Bello, gracias por compartir.
Joselu, ya sé de qué me sonaba Musil, está en mi lista de pendientes con su "El hombre sin atributos", no sé si me atreveré este verano.
En cuanto a Zweig hace mucho que leí uno de sus libros que recuerdo sin pena ni gloria. Miraré algo si dices que es tan ameno.
Gracias por todo.
Un abrazo.
Roberto, no crea que planifiqué tan bien el viaje, ¡me quedaron demasiadas cosas por ver, pero el tiempo era el que era y no se podía estirar más!
Como ya sabe, yo fui a otra cosa, y ese día sí lo aproveché plenamente, así que la balanza está equilibrada.
Tomo nota de su recomendación por lo cotidiano, viniendo de un viajero semejante vale su peso en oro.
Muchas gracias por la constante compañía.
Un abrazo.
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