miércoles, 13 de enero de 2016

Pigmalión

Acabo de terminar un exquisito libro que siempre quise leer. En este caso, el cine me llevó al texto, al contrario que muchas otras veces. Porque vamos a ver... después de My fair lady, ¿quién no quiere leer Pigmalión? Y más si eres una maestra que ha usado ese efecto en su alumnado a lo largo de los años, como ha sido mi caso.
Me he sorprendido oyendo mis propias carcajadas mientras leía la obra de teatro de Bernard Shaw. Es un texto corto, pero no te puedes perder ni una sola línea, porque ¡hay concentrado en ellas tanto sentido del humor...!

Vean dos ejemplos que he seleccionado para ustedes:
HIGGINS: Volvamos a nuestro negocio. ¿Cuánto piensas pagarme por las lecciones?
LIZA: Oh, yo sé lo qu´eh juhto. Un´amiga mía recibe lesiones de francé´ por 18 penique´ l´hora d´un verdadero cabayero francé´. Y usté´ no tendría´l dehcaro de pedirme lo mismo por enseñarme mi propio idioma como por enseñarme francé´. De modo que no le daré máh d´un penique. ´Tómelo o déjelo.
{...}
HIGGINS: Me ofrece por las lecciones dos quintos de sus ingresos diarios. Dos quintos del ingreso diario de un millonario serían alrededor de 60 libras esterlinas. Es magnífico. ¡Caramba, es enorme! ¡Es la más grande oferta que se me haya hecho jamás!
LIZA (levantándose aterrorizada): ¿Senta libra´? ¿De qué´stá´blando? Yo no l´ofrecí senta libra´. ¿De dónde sacaría yo...?

O esta hilarante (y certera, en opinión de más de uno/a) descripción del matrimonio:

HIGGINS (bajando del piano inquieto): ¡Oh, el cielo lo sabe! Supongo que la mujer quiere vivir su vida. Y el hombre quiere vivir la suya. Y ambos tratan de arrastrar al otro por la senda equivocada. Uno quiere ir al norte y el otro al sur. Y el resultado es que ambos tienen que ir al este, aunque odian el viento del este. (Se sienta en el taburete, ante el piano). De modo que aqui me tiene, un viejo solterón declarado, y con todas las posibilidades de quedarme así.

Habría otras muchas cosas que destacar, como el excepcional personaje del señor Doolittle, o la supuesta misoginia de la obra,... pero yo me quedo esta vez con el humor, que falta me hacía...
Anoche volví a ver My fair lady, los que me conocen saben de mi debilidad por Audrey Hepburn, los que no, vean mi transformación en ella aquí...
Pienso ver también la versión de 1938, pero... sobre todo... pienso regalarme los sentidos con Bola de fuego, que tiene su poquito de Pigmalión, de Blancanieves y los siete enanitos, y un guioncito de nada de Billy Wilder,... lo que hace decir a algún  que otro comentarista de la blogosfera: 

Ay, ¿por qué la vida no tuvo los mismos guionistas que tuvo el mejor cine?

2 comentarios:

Joselu dijo...

Yo tampoco he leído Pigmalion pero la tengo en cuenta. Me ha gustado su semblanza literaria y cinematográfica, así como su audreyhepburntransformation qu eno conocía. ¡Qué bueno! Está genial. El mito de Pigmalion es posible. Conocí a una peluquera de barrio en Zaragoza que se había ido al Reino Unido y había conocido a un lord inglés con el que se casó. Yo la conocí ya como lady Walker. Era la más exquisita dama británica que se pueda imaginar. Su inglés, perfecto. Sus modales de la más alta sociedad. Su prestancia, extraordianaria relacionándose con la reina de Inglaterra y de ahí abajo con todos. No tuvo a un maestro pero ella sin duda debió aprender con toda su potencia mental.

Saludos.

Blogmaníacos dijo...

¡Veo que tiene a la crème de la crème entre sus amistades! ¡Mis felicitaciones; hágalas extensivas a lady Walker! :))

No olvide leer Pigmalión, merece la pena de principio a fin.
Es un pequeño milagro que el humor, en este caso el humor dublinés, llegue tan hondamente a alguien del sur, portadora como es sabido de un humor menos sutil (¡ah, las etiquetas, o hagshtags, que dirían ahora los locos por las redes sociales!).

Gracias por pasarse por aquí, amigo Joselu.