Mendel, un viejo ruso tratante de libros es el protagonista de esta historia. Además de comerciar con los libros, posee un conocimiento enciclopédico sobre precios, ediciones y cómo conseguirlos.
Aunque a mí no me interesó ese dato en concreto, sino este otro: "Leía como otros rezan, como juegan los jugadores, tal y como los borrachos, aturdidos, se quedan con la mirada pérdida en el vacío. Leía con un ensimismamiento tan impresionante que desde entonces a cualquier otra persona a la que yo haya visto leyendo me ha parecido siempre un profano."
Ahí sí, ahí nos reconocemos muchos lectores que hacemos de los libros nuestra religión.
Es el caso de Mendel que, absorto en sus lecturas no se da cuenta de lo que pasa a su alrededor, y... la vida le pasa por encima, prácticamente de manera literal.
Una pequeña historia, de unas 60 páginas, disfrutable de principio a fin, con la prosa elegante y detallada de Zweig. Una brillante descripción no solo del carácter de Mendel, sino de la convulsa historia europea en la primera guerra mundial.
No es una gran historia, pero sí es la creación de un gran personaje al que, aún así me hubiera gustado seguir la pista un poco más... me faltaron páginas, me faltó más Zweig...
Los lectores sabemos que, después de leer tantas historias, las tramas y los personajes se nos cruzan, llegan a confundirse en nuestra memoria, eso es un hecho. Pues bien, yo les aseguro que siempre recordarán a Mendel, así de intenso, entrañable y poderoso es este relato.