"Heme aquí, por consiguiente, llegado al fondo. A borrar con una esponja el pasado, el futuro se aprende pronto si os obliga la necesidad. Quince días después del ingreso tengo ya el hambre reglamentaria, un hambre crónica desconocida por los hombres libres, que por la noche nos hace soñar y se instala en todos los miembros de nuestro cuerpo; he aprendido ya a no dejarme robar, y si encuentro una cuchara, una cuerda, un botón del que puedo apropiarme sin peligro de ser castigado me lo meto en el bolsillo y lo considero mío de pleno derecho. Ya me han salido, en el dorso de los pies, las llagas que no se curan. Empujo carretillas, trabajo con la pala, me fatigo con la lluvia, tiemblo ante el viento; ya mi propio cuerpo no es mío; tengo el vientre hinchado y las extremidades rígidas, la cara hinchada por la mañana y hundida por la noche; algunos de nosotros tienen la piel amarilla, otros gris: cuando no nos vemos durante tres o cuatro días nos reconocemos con dificultad.
Habíamos decidido reunirnos los italianos todos los domingos en un rincón del Lager: pero pronto lo hemos dejado de hacer porque es demasiado triste contarnos y ver que cada vez éramos menos, y más deformes, y más escuálidos. Y era tan cansado andar aquel corto camino: y además, al encontrarnos, recordábamos y pensábamos, y mejor era no hacerlo." (página 38).
"Para volver a la Buna hay que atravesar un espacio lleno de vigas y armazones metálicos apilados. El cable de acero de un cabrestante corta el camino, Alex lo agarra para saltarlo, Donnerwetter se mira la mano, negra de grasa viscosa. Mientras tanto he llegado junto a él: sin odio y sin escarnio, Alex restriega la mano por mi espalda, la palma y el dorso, para limpiársela, y se habría asombrado, el inocente bruto Alex, si alguien le hubiese dicho que tomando por patrón esta acción suya yo lo juzgo hoy a él, a él y a Pannwitz y a los innumerables que fueron como él, grandes y pequeños, en Auschwitz y dondequiera." (página 118, la negrita es mía).
De Trilogía de Auschwitz, Si esto es un hombre, de Primo Levi, judío italiano superviviente del campo.
Estoy estos días volviendo a leer este libro que tanto me gustó, ya saben de mi afición al Holocausto... Me refugio en él y destaco los fragmentos que más me impactaron para que me ayude a afrontar una penosa tarea que hoy debo llevar a cabo. Deséenme suerte, así, a ciegas, con el cariño que dan años de acompañamiento en este blog.
¡Ya ven, otras personas recurren a psicólogos, psiquiatras, confesores,... yo encuentro en los libros, si no la cura, sí el alivio a todos mis males!
Si esto es un hombre, Primo Levi, El Aleph editores, Barcelona, 2008 |
Huelga decir que recomiendo la trilogía aunque no sean aficionados al tema: el sufrimiento del hombre es intemporal, y Primo Levi logra distanciarse de la trama de tal manera que te desazona página tras página por esa misma razón.
2 comentarios:
Por tu recomendación lo leí y me pareció la imagen más viva del enorme dolor que causó el odio en los campos, contagiándose incluso a las víctimas, deshumanizándolas.
Gracias por enseñárnoslo.
Besos
Gracias a ti, que me enseñas cada día tantas otras cosas...
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