Me ha chiflado esta novela gótica, vaya esto por delante. No es mi estilo, no es mi género, pero esta mujer que escribió La lotería, sí es mi escritora. No sabría decirles muy bien por qué, quizá porque he leído desde pequeña mucho y variado y Shirley Jackson tiene, entre tantas que me han hablado, una voz propia. Reconocería su estilo entre mil, y ante gente que es capaz de eso me quito el sombrero.
Esta mujer extraña e inquietante escribe unas historias perturbadoras y muy, muy retorcidas que a mí me van como anillo al dedo.
Tenemos a una protagonista y a la vez narradora, Merricat, con rasgos de autismo que diríamos ahora, aunque entonces eso no tenía nombre. Una chica de 18 años atrapada en una mente de 12 con sus rutinas, sus objetos mágicos, su vida especial que ella procura que nadie pueda alterar. Vive con su hermana mayor Constance y su tío paralítico en la casa familiar, que antes estaba llena de familiares, pero ahora ya no...
Y ahí radica el quid de la historia, la razón por la que no son bien vistos en el pueblo, la causa por la que viven prácticamente encerrados en la casa y sus tierras.
Después de leer años y años, descubro con esta novela el concepto de "narrador poco fiable". Normalmente, cuando lees te fías del narrador, de que lo que te está contando es la verdad, pero en este caso no es así. Merricat omite unas cosas y ensalza otras, te cuenta las cosas como ella las ve, y nosotros tenemos que hacer el resto del trabajo, eso me fascina.
Dueña de un primer capítulo deslumbrante en el que la niña va de compras al pueblo y tiene que lidiar con el odio de la gente, esta novela llega a su clímax cuando aparece el primo Charles y trastoca el mundo ordenado de Merricat, desembocando todo en un desenlace épico y en un epílogo magistral.
Una obra escalofriante que vuelve a poner sobre el tapete la relación, siempre turbadora, de la niñez y el terror. Una pequeña obra maestra.
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