"Según datos extraídos del mapa de fosas creado por el Ministerio de Justicia en el 2011, actualmente dependiente del Ministerio de la Presidencia, están registradas 4265 fosas y se contabilizaron un total de 57.911 víctimas de la Guerra Civil. Se estima que hay alrededor de 100.000 personas desaparecidas.
El derecho a la verdad fue señalado por las Naciones Unidas como uno de los pilares de la lucha contra la impunidad, junto con el derecho a la justicia y el derecho a obtener reparación y las garantías de no repetición.
El derecho a saber la verdad se invoca generalmente en un contexto de violaciones graves de los derechos humanos y tiene una doble dimensión individual y colectiva. Las víctimas y sus familias tienen el derecho imprescriptible a conocer la verdad acerca de las circunstancias en que se cometieron las violaciones y, en caso de fallecimiento o desaparición, acerca de la suerte que corrió la víctima. Además, el derecho a la verdad es de carácter colectivo y, por tanto, la sociedad en su conjunto tiene derecho a conocer las atrocidades ocurridas en el pasado para prevenir y garantizar que no se van a repetir en el futuro.
Las exhumaciones, tanto de las personas desaparecidas como ejecutadas extrajudicialmente que se encuentran en fosas comunes, tienen por finalidad no solo aclarar la verdad de los hechos ocurridos, sino también restituir la dignidad de las víctimas y de sus familiares y promover el acceso a la justicia." Fuente: LA NACIÓN > El Mundo 26/10/2021.
La novela gráfica que hoy nos ocupa está basada en estos hechos. Los autores hacen un trabajo de recuperación de la memoria histórica en un alarde de sensibilidad y hondura. La historia de Pepica Celda y el enterrador Leoncio Badía nos llega muy adentro. Es una historia de memoria y justicia, no de venganza.
Me han gustado mucho los paralelismos con la Ilíada, la trascendencia de los ritos funerarios para la especie humana, y la importancia que tiene para cada sociedad la forma en la que trata a sus muertos. La primera parte es la que más me ha emocionado porque sabemos que lo que se nos cuenta no es inventado. Luego se vuelve más literaria con la historia del sepulturero, pero en cualquier caso es un libro hermoso y desgarrador, además de necesario para un país en el que la democracia no puede cimentarse en el olvido, porque esto ocurrió en España, y debemos velar para que no vuelva a ocurrir.
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