Este es un libro, que escapa del concepto de novela -que lo es-, para entrar en los márgenes de la filosofía y la metafísica, quizás también en los de la psiquiatría.
Se trata de un viaje iniciático, del paso de la niñez a la adolescencia y de esta a la adultez. Del descubrimiento de un alma muy sensible que mira el mundo con ojos asombrados, llenos de estupefacción y, tal vez de horror.
Un tanto sobrecogedora me ha parecido esta obra, potente donde las haya, que es más, mucho más que una narración de mayoría de edad relatada por alguien poco corriente.
Desde luego que es eso, pero lean el primer párrafo y comprenderán lo que quiero decir -luego lo comentamos-.
"Cuando miro durante largo rato un punto fijo en la pared, a veces, me ocurre que dejo de saber quién soy y dónde me encuentro. Siento entonces, desde lejos, la ausencia de mi identidad, como si me hubiese convertido en una persona extraña por completo. Este personaje abstracto y mi persona real se disputan mi convicción con igual fuerza".
Esta disociación, la fisicalidad, los límites físicos, la dicotomía entre el mundo interior y exterior del personaje -por cierto, un alter ego de Blecher, narrador también de la novela-, dan lugar a un nuevo estilo narrativo en el que el deslumbramiento ante la realidad produce una prosa intensa que busca acercarse a lo que no se puede describir con palabras, una prosa de la que luego beberá Cârtârescu y que es tan de la Europa del Este:
"Histérico encaje de los pétalos de la petunia".
"La materia bruta mediante sus masas profundas y pesadas de tierra: piedras, cielo y agua, o mediante sus formas más incomprensibles, como las flores de papel, los espejos, las bolas de cristal con sus enigmáticas espirales interiores o las estatuas de colores, me mantuvo siempre encerrado en una prisión contra cuyos muros chocaba dolorosamente y perpetuaba en mí la extraña e inútil aventura de ser hombre."
La novela adolece de una trama sólida; es más bien una colección de capítulos cortos en los que vemos avanzar en la vida a Blecher, un niño rumano que intenta comprender el mundo y nos lo cuenta en una especie de trance, de lucidez febril que a mí me ha recordado a ratos "La montaña mágica". Esa bruma feliz producida por la tuberculosis y la fiebre, donde los contornos de la realidad se difuminan y todo se ve bajo otro prisma, encuentra aquí su máxima expresión, su manera excelsa de presentarse.
Una novela sensorial, hermosa, inquietante, conmovedora y de gran belleza emocional. Los que hemos navegado por las aguas oscuras de la depresión, agarrándonos a cualquier atisbo de realidad absoluta, comprendemos a Blecher, aunque no tengamos a mano la fuente inagotable de palabras poéticas y precisas que él posee.
Blecher, considerado el Kafka rumano, nos presenta en esta obra una de las cumbres de la literatura surrealista, precursora del existencialismo. Muy recomendable si no buscan una trama concreta y sí profundizar en la psique humana.
PD: Libro ganado en Masa Crítica de la página Babelio español.
Gracias a Caleidoscopio de libros y a Babelio en español por la oportunidad de descubrir a este autor.
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