La reseña que les traigo hoy espero que no sea más larga que el relato mismo, cortísimo, de solo unas pocas páginas.
No han hecho falta más para que esta prodigiosa autora nos tenga al borde del infarto mientras leemos.
¡Uffff, qué intensidad! Mejor dicho, ¡qué perfecta graduación de la intensidad! Con razón está considerado unos de los 1001 mejores cuentos de la historia por Narrativa Breve.
Fue escrito en 1948 y publicado en el New Yorker, que recibió multitud de cartas negativas o amenazantes sobre él, llegando incluso a prohibirse en algún que otro país.
Es una historia perturbadora sobre un pequeño pueblo que tiene la tradición de celebrar una lotería colectiva cada año. O sea, un escenario perfectamente normal donde, capa por capa, la autora va destapando pequeños detalles que hacen crecer nuestra inquietud.
Hay que prestar mucha atención, porque esta superdotada observadora de la conducta humana logra crear una atmósfera espeluznante partiendo de una situación cotidiana en la que los protagonistas son hombres y mujeres de bien, sencillos maridos, esposas e hijos.
Entonces... nos pone de frente ante el poder de la colectividad, que nos hará capaces de rituales bárbaros aunque tengamos a nuestras espaldas siglos de civilización.
Se supone que este ceremonial es por el bien de la comunidad. El grupo arrasa con la individualidad de sus miembros en aras del bien común, el sentimiento de pertenencia es básico para la supervivencia de la especie, los otros quedan menos deshumanizados si la culpa se reparte entre todos.
En fin, no puedo contarles nada más sin destripar la historia, solo puedo recomendarles que la lean cuanto antes y comprueben, tal como me pasa a mí, que no podrán dejar de pensar en ella.
Cautivador, prodigioso, ¿lo conocen? ¿Qué opinan?
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