viernes, 20 de enero de 2017

Las pedagogías de la inclusión y la cooperación

Barbiana 
La escuela -al menos la italiana- pretende, más que enseñar, medir la calidad de los muchachos: impulsa a los mejores y rechaza a los más débiles. Se parece cada vez más a una pista olímpica: los chicos corren para alcanzar la meta bajo la atenta mirada de los maestros, quienes, investidos del papel de árbitros, toman nota en su libreta de todos los fallos y caídas y apuntan el nombre de los que son incapaces de seguir el ritmo de la carrera. Pero la escuela no es así por casualidad, sino  porque forma parte integrante de la sociedad mercantilista, que no se basa en la igualdad de derechos de todos, sanos o enfermos, fuertes o débiles, lentos o veloces, sino en el deseo único de destacar a los más fuertes y capaces. En efecto, la palabra fundamental del sistema mercantilista es "eficacia", y esta se logra mediante una selección que se disfraza de competitividad, meritocracia, currículo... para, de este modo, ocultar su verdadero significado. Barbiana parte del principio opuesto: el del derecho.
Todo el mundo tiene el derecho a saber y la escuela debe garantizárselo. Por eso Barbiana no era un tribunal para juzgar las dotes de los muchachos, sino una escuela cuyo objetivo era sacarlos a todos adelante. Una escuela que enseñaba de verdad y no se quedaba tranquila hasta que el último de la clase estaba en condiciones de saber. Por eso en la escuela de Barbiana no había notas ni exámenes y se seguía un régimen de tiempo completo: no ya por necesidad de adquirir muchos conocimientos, sino porque recuperar a todos exige tener mucho tiempo disponible. Por eso Barbiana era una escuela "solidaria", donde el más dotado echaba una mano al menos dotado.

Francesco Gesualdi, exalumno de Barbiana (2000)

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Esto que dice Francesco (y que he subrayado a mi gusto) lo he ido yo aprendiendo de mis alumnos; todos diferentes, todos únicos... De mi amigo Roberto, que me ayudó a poner algunos puntos sobre las íes... de my friend Jesús, tan poco partidario de notas y exámenes... y de tanta y tanta gente que iré nombrando en cuanto encuentre otro huequito...

Este trozo en particular es del libro que ahora estoy leyendo en el atril de  mi silla: