Estamos ante una novela que habla del rechazo al diferente. La historia transcurre entre montañas. Ha sucedido algo grave y a través de supuestos interrogatorios, distintos personajes dan su versión de lo ocurrido.
No es que esta estructura sea muy original, se llama el efecto Rashomon, y lo inauguró Kurosawa en su película del mismo nombre: "Es el efecto producido por la subjetividad y la percepción personal a la hora de contar la misma historia o situación, por lo que los individuos que la cuentan lo hacen de forma diferente, pero de manera que cualquiera de las versiones es razonablemente posible, sin tener que ser por ello falsa ninguna de ellas; simplemente están influidas por la propia variabilidad y percepción individual" (fuente: Wikipedia).
El caso es que funciona muy bien este efecto caleidoscopio que da dinamicidad a la obra. Un texto escueto y reivindicativo, con una crítica social importante en la que se cuestiona el concepto de bestialidad: ¿Quiénes son las verdaderas bestias? ¿Con qué sentido de la superioridad afirmamos que somos mejores que otros?
Esta novela habla de la marginalidad, la discriminación, la inclusión/exclusión escolar, la psiquiatría y otros temas. Es una historia con muchas capas y un punto mágico, mitad cuento de hadas y leyenda, que le da un toque muy especial.
Una delicia de libro, y una voz, la de Bérot, que recrea aquí el mito de Frankenstein; la bestialidad del hombre contra el hombre y el terrible peso de las normas sociales.
Una obra que no hay que dejar pasar.
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