jueves, 3 de octubre de 2024

#reseña #confesiones #kanaeminato


Yo, que no soy de leer literatura asiática, que hacerlo me saca muy lejos de mi zona de confort, que siento un vacío existencial cuando la leo, que me deja a menudo el alma helada,... yo, esa yo, he caído con todo el equipo en esta novela.
Señoras y señores, esa alocución inicial a su alumnado por parte de la profesora (la docente que hay en mí supongo que influyó) es de los mejores primeros capítulos que he leído en mucho tiempo. Me atrapó la claridad de la exposición -con sus palabras tan bien elegidas, donde no sobraba ni faltaba ninguna-, la frialdad en la explicación y la intención del mensaje. El comienzo, pues, es brutal.
La profesora es la madre de una niña que muere ahogada en la piscina del instituto, y ella expone que sabe quién la  mató y que esa persona está en su clase.
A partir de ahí, desarrollará su venganza, ya que las autoridades han dictaminado que fue un accidente.
El libro está escrito en 6 capítulos extensos: el primero y el último serán contados por la profesora, y los demás por las personas próximas a la niña o a la madre.
Tenemos pues 5 versiones de la historia. En realidad es una, pero explicada con las circunstancias y particularidades de cada uno de los relatores.
Es estremecedor el retrato que la autora hace de la psicología juvenil, de las motivaciones que a estas edades pueden llevar al asesinato, de la influencia del grupo, del afán de pertenencia al mismo.
Asimismo, no quedan exentos de responsabilidad los adultos que, permisivos o estrictos, juegan un papel decisivo en los hechos.
Esencialmente es la historia de una venganza, en la que cada capítulo es una "confesión", porque la estremecedora tesis de esta novela es que todos, buenos y malos, son asesinos potenciales según las circunstancias; está en los genes humanos. Ponernos eso delante del espejo es bastante turbador, y la autora lo hace magistralmente, graduando la tensión, dosificando los datos, haciendo plausible lo imposible...
Inevitablemente y, salvando las distancias, me ha recordado a "Tenemos que hablar de Kevin". ¿La maldad es inherente al ser humano? ¿Qué la hace aflorar? ¿El monstruo nace o se hace?
Kanae Minato tiene todas las preguntas, y las despliega de forma magistral. Que la lectura de su novela nos haga profundizar en las respuestas, dependerá de cada persona. En mi caso así ha sido porque, como saben los que me leen hace tiempo, esa es la respuesta que busco cuando leo todo lo que se publica sobre el holocausto, por ejemplo.
Pensando quedo, que no es poco...