Una opera prima intensa, como su protagonista, que gira en espiral sobre sus propios torbellinos psicológicos.
Una obra feminista cien por cien que nos retrata a una mujer obsesionada con su marido, sin el cual su vida no tendría significado. No sabemos si es una mujer chapada a la antigua, que solo concibe su existencia como complemento de la de un hombre, o una mujer enamorada del amor que quiere que dure eternamente la sensación primera de que todo es nuevo si amas.
En todo caso, asistimos al día a día de quien consagra su devenir a pensar en cada momento en su marido, con exclusión de todo lo demás, incluidos los hijos.
La rutina de esta familia aparentemente ideal se va resquebrajando poco a poco revelando grietas en el equilibrio. Se retrata muy eficazmente la inseguridad, la ansiedad, el miedo al abandono. Esa mirada interna, paranoica, obsesiva, logra generar tensión, incomodidad, pero también cierta empatía: aunque la protagonista actúe de forma irracional, muchas de sus emociones (la inseguridad, las dudas) son muy humanas.
Hay un gran contraste entre lo que se ve desde fuera —una familia ideal, marido ideal, vida acomodada— y lo que en realidad se vive por dentro. Esta jaula emocional es uno de sus mayores aciertos.
No es sólo una historia de obsesión, sino una reflexión sobre cuán caro puede salir cumplir ciertos modelos de “esposa perfecta”. La vuelta de tuerca final le da al conjunto una dimensión extra, no todo es lo que creíamos.
Recomendable si no buscas una novela de aventuras o acción y puedes soportar durante 200 páginas estar dentro de la mente paranoica y ansiosa de la narradora. Como todo, depende de lo que busques,  no es una novela perfecta sino que hace de lo cotidiano un relato tenso, perturbador, que hace pensar.
¿La han leído? ¿Cuál es su opinión?
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