domingo, 21 de febrero de 2016

"La escritura o la vida"

Hoy he terminado de leer La escritura o la vida, segundo libro de Semprún que he abordado (el primero ha sido El largo viaje). 
He guardado varias páginas con anotaciones y subrayados (¡ay, la perfección del Kindle!) que quisiera compartir con ustedes. 
Ya saben que a mí me obsesiona por motivos familiares el nazismo, en particular el concepto del Mal que habita en el ser humano, y el cómo fueron capaces de sobrevivir a ello los "aparecidos". Porque en palabras de Semprún (NOTA: De ahora en adelante, la negrita es mía):
"-El Mal no es lo inhumano, por supuesto... O entonces es lo inhumano en el hombre... La inhumanidad del hombre en tanto que posibilidad vital, proyecto personal... En tanto que libertad... [...] Pues la muerte no es algo que hayamos rozado, con lo que nos hayamos codeado [...]. La hemos vivido... No somos supervivientes, sino aparecidos..."

El apátrida que había sido mi tío, y con él todos los republicanos españoles en los campos, se ve reflejado en estas palabras del libro. Porque, claro, cuando liberaron los campos repatriaron a los supervivientes, pero ¿adónde repatriar a los españoles?:
"[...] dos palabras: regreso, repatriación. La segunda, por supuesto, carecía de sentido para mí. En primer lugar, regresando a Francia, no había regresado a mi patria. [...] Ya no había patria para mí. Jamás la habría. O entonces habría varias, lo que a fin de cuentas vendría a ser lo mismo. ¿Se puede dar la vida, piénsenlo, por varias patrias a la vez? [...] No hay que bromear con estas cosas: nada de pluralismos en cuanto a la patria, que es una, indivisible, única.
Por mi parte, jamás se me habría ocurrido morir por la patria. Cuando había contemplado la posibilidad de arriesgar mi vida, el envite jamás había sido la patria.
Nada de repatriación, pues.
En cuanto al "regreso": [...] una parte de mí, esencial, no regresaría jamás [...]."

 
Una vez sacudido el concepto de patria, arremete con el de lengua:
"Tanto como el español, en efecto, el francés era mi lengua materna. Se había vuelto mi lengua materna, por lo menos. No había escogido mi lugar de nacimiento, el terruño de mi lengua originaria. Esta cosa -idea, realidad- por la que tanto se ha combatido, por la que tanta sangre se habrá derramado, los orígenes, es la que menos le pertenece a uno, es donde la parte de uno mismo es más aleatoria,[...]"

Día de la liberación de Mauthausen. Fíjense en la pancarta, en "puritito" español. (Por cierto, la imagen está libre de derechos, "etiquetada para reutilización" en Google).

Otra constante en la vida de mi tío y de Semprún es su negativa a volver a visitar el campo. Mi tío jamás consintió, y ya he dicho en más de una ocasión que periodistas y escritores (franceses) le propusieron escribir sus memorias; pero Semprún sí lo hizo al final, como única manera, dice él, de teminar su libro, que ya llevaba tanto tiempo pospuesto.

Buscando siempre claves de la supervivencia, encuentro este otro pasaje que me recuerda palabras sueltas de mi tío:
"En lo que a supervivencia se refiere, dijo Primo Levi en una entrevista con Philip Roth, [...] no hay una regla general, excepto la de llegar al campo en buen estado de salud y saber alemán."
Es curioso cómo mi tío, que después de haber vivido prácticamente toda su vida en París hablaba un francés infernal, aprendió rápidamente a hablar alemán en el campo. Él también decía que le iba la vida en ello.

Una última cosa ilustrativa del peculiar humor alemán. Ya saben que la mayoría de los campos tenían en su puerta la leyenda "El trabajo os hará libres". En Buchenvald, la inscripción era: "A cada uno lo suyo".

Esas constantes que encuentro en todos los relatos sobre el nazismo y el holocausto, es lo que me hace seguir buscando otras posibles explicaciones a ideas como las ya expuestas arriba: El Mal, la supervivencia, la Patria, la Lengua,... en definitiva, la esencia del ser humano.

Les aclaro que no siempre estoy leyendo sobre lo mismo, procuro alternar con otras cosas, pero debo confesarles que en este momento estoy inmersa en El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl, y tengo en espera La trilogía de la noche de Elie Wiesel, ya que un título alude a otro y a otro... y se me olvidaba decirles que Semprún añade a las características necesarias para sobrevivir la de la curiosidad...
Gracias por leer hasta aquí.

2 comentarios:

Joselu dijo...

Supongo que lo habrás leído pero, por si acaso, recordar el magnífico ensayo de Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalem. Este libro le llevó a Hannah recibir el rechazo de buena parte del judaísmo mundial que la consideraron una traidora y antisemita. Le supuso perder amistades profundas con amigos judíos que la repudiaron. Es un libro de una valentía excepcional. Mi lectura del mismo me abrió caminos de interpretación insólitos del Holocausto.

Es un tema que he dejado últimamente pero que me apasionó en otros momentos y leí todo lo que cayó en mis manos. No dejo de recomendar a mis amigos que no lo conocen El hombre en busca de sentido. Es un librito excepcional. Para sobrevivir había que tener buena salud, aprender alemán rápidamente, ser un tanto oportunista y tener mucha suerte. Muchos de los sobrevivieron sintieron un intenso complejo de culpa que les acompañó toda la vida. ¿Por qué ellos se habían salvado del infierno? A veces no eran los mejores los que sobrevivían sino los peores. No hay que olvidar las escuadras negras formadas por judíos que se encargaban del operativo de las cámaras de gas y los hornos. En la película El hijo de Saúl se centran en ellas. Las víctimas fueron inyectadas de culpabilidad. ¿Por qué Primo Levi se suicidaría? Nunca ha dejado de intrigarme. ¿No lo pudo soportar?

En cuanto a Semprún posiblemente no estuvo en una situación extrema y tuvo una posición de privilegio en el campo de Buchenwald. Eso no le quita valor a lo que cuenta en La escritura o la vida, pero es evidente que hay cosas que no cuenta, como que él, como responsable del PCE podía elegir quiénes vivían y quiénes no. Tuvo en sus manos la vida de muchos con las listas que pasaba a los nazis.

Estoy, como sabes inmerso en Kafka, y ello me lleva a ver la enorme riqueza de los hombres de cultura judíos en la Europa Central. En Alemania, en Austria, en Checoslovaquia ... Muchos emigraron a los Estados Unidos donde rehicieron su vida si se marcharon antes de la Shoa. El mundo universitario americano de los años treinta y cuarenta está plagado de alemanes que habían huido de allí.

La impronta judía del mundo es innegable. Puedo entender los sentimientos del estado de Israel para no ser aniquilado. Este es otro tema, pero que se conecta con el principal. Algunos creen que Organizaciones sionistas simpatizaban con Hitler. Este facilitó la emigración a Palestina y lo más terrible es que se llega a interpretar que el Holocausto fue el pasaje necesario para la creación del estado de Israel. Hannah Arendt estudia la colaboración activa de organizaciones judías con la solución final. Un tema innombrable y que llevó a que la amante de Heidegger fuera repudiada por sus pares judíos.

El asunto tiene vertientes muy ramificadas. En todo caso, para mí el genio judío en relación con el ínfimo número que son es realmente sorprendente y extraordinario. Los admiro profundamente.

Un abrazo.

Blogmaníacos dijo...

No había oído hablar del ensayo de Hanna Arendt, gracias por recomendarlo. La mayoría de lo que he leído sobre el tema es novela; empecé por "Los años rojos" de Mariano Constante, porque era amigo de mi tío y superviviente también de Mauthausen y... hasta ahora. Sé que me falta la parte histórica y de ensayo, así que gracias por abrir esa vía :)

Ha sido curioso encontrar en "La escritura o la vida" varias referencias a "tus" famosas "Cartas a Milena" de Kafka,... Otro libro que habrá que leer...

¡No sé cómo hay gente que se aburre, o no sabe qué hacer cuando se jubila!
¿Recuerdas la frase de Chaplin?: "Todos somos aficionados. La vida es tan corta que no da para más".
Pues eso.
Un abrazo.