viernes, 8 de julio de 2011

Auster

"-Nada de preguntas, por favor -dijo el joven al fin-. Sí. No. Gracias. -Hizo una pausa-. Soy Peter Stillman. Digo esto libremente. Sí. Ése no es mi verdadero nombre. No. Por supuesto, mi mente no es todo lo que debiera ser. Pero nada se puede hacer respecto a eso. No. Respecto a eso. No, no. Ya no.
Usted está ahí sentado y piensa: ¿Quién es esa persona que me habla? ¿Qué son esas palabras que salen de su boca? Yo se lo diré. Sí y no. Mi mente no es todo lo que debiera ser. Digo esto por mi propia voluntad. Pero lo intentaré. Sí y no. Intentaré decírselo, aunque mi mente hace que sea difícil. Gracias."
Así empieza a hablar el protagonista del relato Ciudad de Cristal, de la Trilogía de Nueva York de Paul Auster, el libro que estoy leyendo ahora. Se trata de un hombre que en su niñez estuvo encerrado por su padre en una habitación oscura y sin ver a nadie durante nueve años. Lo que he escrito arriba es su forma de hablar después de una reeducación lingüística de trece años. Creo que está muy conseguido el tono, el fondo y la forma.
Os dejo algún fragmento más, juzgad vosotros:
"Esto es lo que se llama hablar. Creo que ése es el término. Cuando las palabras salen, vuelan por el aire, viven un momento y mueren. Extraño, ¿no? Yo no tengo opinión. No y otra vez no."
"Había esto. Oscuridad. Mucha oscuridad. Estaba tan oscuro como muy oscuro. Ellos dicen: Ésa era la habitación. Como si yo pudiera hablar de eso. De la oscuridad, quiero decir. Gracias.
Oscuridad, oscuridad. Dicen que durante nueve años. Ni siquiera una ventana. Pobre Peter Stillman. Y el bum, bum, bum. Los montones de caca. Los lagos de pis. Los desmayos. Disculpe. Atontado y desnudo. Disculpe. Ya no."


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