jueves, 28 de abril de 2016

Después de Mauthausen (II). La escalera. La cantera.

Un primer peregrinaje a lo largo del campo me llevó inconscientemente a "la cantera y la escalera de la muerte". Ya saben que era el peor trabajo al que podían destinar a un prisionero. Subir los 186 peldaños con piedras que rondaban los 30 kilos de media de peso, era algo que muy pocos resistían demasiado tiempo. 
Abajo tienen mi traducción. Disculpen los errores, mi francés está un poco oxidado.

"Los peldaños de esta escalera que son hoy iguales y de altura normal, eran en el tiempo en que Mauthausen era un campo de concentración, bloques de rocas de altura y forma diferentes y dispuestas en todos los sentidos. A veces de medio metro de altas, exigían grandes esfuerzos para subirlas. Las SS. encontraban placer, entre otros juegos, en poner zancadillas a las últimas filas de una columna que descendía, de manera que al caer las primeras enredaban a las otras y todos rodaban a lo largo de los peldaños de piedra en una masa informe. Cuando al final de una jornada de trabajo, los detenidos en filas comenzaban a volver al campo cargados con una piedra sobre las espaldas, las SS. que formaban el final del cortejo, hacían activar a los rezagados a golpes de bastón y puntapiés. El que no seguía terminaba sus días sobre esta escalera de la muerte."

Nosotros bajamos los peldaños para volverlos a subir. Con la escalera en buenas condiciones, necesitamos 4 paradas para completar la subida. He de decir que no cabe un pie completo en los peldaños, ni siquiera el mío que es un 36.
Vídeo grabado por mi hija.



La cantera medía 70 metros de alto. Debajo de ella se pueden leer estas inscripciones en piedra, recordando que el lugar era llamado irónicamente "El muro de los paracaidistas".
Abajo, mi traducción del francés.
"MURO DE LOS PARACAIDISTAS". Varios centenares de detenidos fueron precipitados desde esta pared abrupta de la cantera. Se aplastaban al pie de este muro o bien se ahogaban en la profunda charca. Bastante a menudo también, los detenidos que no podían soportar más sus sufrimientos se arrojaban desde lo alto. Para burlarse las SS. les llamaba cruelmente a estos hombres consagrados a la muerte "los paracaidistas". El primer grupo de judíos holandeses que llegó a Mauthausen en verano de 1942 fue precipitado desde lo alto de este muro por las SS."

Les dejo con una presentación de fotos antiguas y actuales propias. Saben que la música es muy importante para mí. He creído que nada mejor para ilustrar estas fotos que "Ne me quitte pas" ("No me dejes"), de Jacques Brel, por la belleza de la melodía, por la pertinencia de la letra, por ser canción mítica de Francia, país que acogió a los supervivientes españoles a quienes todos "habían dejado".

La escalera on PhotoPeach

8 comentarios:

Joselu dijo...

No sé por qué pero no he podido escuchar la canción. Sí las imágenes pero la canción no sonaba en mi ordenador. Ello no ha impedido que percibiera el horror de las imágenes en un campo vacío en la actualidad o con algunas fotos de aquel tiempo. Había oído hablar de las escaleras de Mauthausen, pero no las había visto. He vivido algo semejante aquí en Barcelona para subir al monasterio de Montserrat. Para llegar allí caminamos toda la noche (más de cincuenta kilómetros) y luego tras una áspera y dura subida quedan seis o siete tramos de escaleras que hemos llamado las escaleras de la muerte. Son desiguales y son varias series de altura variable. Es terrible. No me imagino algo así con treinta kilos de peso. Uno llega muerto arriba.

La mente humana es extraña. Es capaz de idear estos tormentos terribles para personas a las que no se odiaba. Solo se pensaba que eran alimañas a las que había que fumigar, pero sin odio. Con frialdad. Y la mente humana es capaz de los mayores heroísmos y actos de generosidad y renuncia. Vivir eso en directo, como habéis hecho vosotras en esta visita supone también una reflexión sobre los seres humanos. Los nazis no eran inhumanos. Por más que nos pese, eran humanos, no pertenecían a una especie diferente a la nuestra. Y en nosotros conviven, aun en el alma más exquisita, esas brumas que nos hacen ser capaces de lo mejor y de lo más abyecto.

Leí no hace mucho la biografía de Rudolf Höess, el comandante de Auschwitz. Vivía en una linda casita aledaña al campo, con arriates. Tenía dos hijas a las que adoraba y que vivían allí. Era un hombre amante de los caballos y salía a cabalgar con frecuencia por los campos cercanos. Tras la guerra, fue detenido, cuando se le reconoció tras su disfraz, pasó un tiempo prisionero en Polonia y escribió sus memorias. En ellas se reconocía como un hombre sensible y no en la imagen de monstruo que se había creado sobre él. No sé si estas memorias están publicadas, pero me gustaría leerlas. Rudolf Höess fue ahorcado tras los juicios de Nuremberg.

Todo esto me hace pensar.

Y tu testimonio emocionado, se une a ello.

Un abrazo.

RobertoC dijo...

Si se escribiera "la historia de in-humanidad" tendría demasiados tomos. Cuantos pensamientos amiga, cuantas relaciones uno hace con un post como este. Emociona, y me deja en silencio. Gracias, por la memoria.

Blogmaníacos dijo...

Joselu, ¡cuánto siento que no haya podido escuchar la música, no es lo mismo sin ella, en mi opinión, claro!
Lo he abierto desde otro ordenador y fuera de mi cuenta en Photopeach y sí lo oigo, no sé a qué puede deberse...

En cuanto a la humanidad de los nazis, SS, Gestapo,... mucho habría que hablar. Debería haber escuchado a mi tío cuando se refería a ellos. Yo pienso que, como en todo, hay grados, y como decía Orwell "unos son más iguales que otros". El fanatismo de la doctrina nacionalsocialista enterraba los probables escrúpulos éticos y morales que pudieran tener. De todos modos, no estoy de acuerdo con la supuesta frialdad: eficacia, orden y pleno rendimiento sí. Quizá quisiste decir "indiferencia", ahí sí te doy la razón.

Ya sabemos que los alemanes eran muy sensibles a la música y a las artes en general; el comandante de Auschwitz es un claro ejemplo. Es por eso mi fijación con el tema del nazismo, no logro comprender esa tremenda dualidad de los seres humanos.

Gracias por tu tiempo en mi espacio, lo valoro mucho, ya lo sabes.

Un abrazo.

Blogmaníacos dijo...

Me gustaría saber, amigo Roberto, si usted escucha la música, me hacen falta más opiniones :)

En relación al silencio del que habla, no conversamos mucho en nuestro recorrido por el campo, esa es la verdad. Nos parecía fútil cualquier cosa que pudiéramos decir: un homenaje silencioso es lo que se percibía en todos los que vagábamos por las terribles instalaciones. Ha sido toda una experiencia que no olvidaré jamás. ¡Era todo tan bucólico: el paisaje, verde como aquí no se ve jamás; el Danubio a un tiro de piedra; el pueblo de Mauthausen es bellísimo, las casas parecen de postal de viajes... y en medio de todo ello, el campo! Aun maquillado, no se puede comprender la función de algo así.

Muchas gracias por su comentario. Un cariñoso abrazo.

RobertoC dijo...

Pues le confirmo que sí se oye la música, mi estimada.

Blogmaníacos dijo...

Gracias por estar pendiente, Roberto :))

Joselu dijo...

Te dejo un enlace de un artículo que apareció en Babelia el sábado Hannah Arendt Te hablé de ella. Pienso que es para ti una pieza imprescindible en tu seguimiento y comprensión (que no es posible) del nazismo.

Blogmaníacos dijo...

Gracias, Joselu, estoy anotando los títulos de sus libros y leyendo los enlaces del artículo, ¡se me va acumulando la faena, pero nada tan apasionante para mí que profundizar desde todos los ángulos en el tema!

Me ha llamado la atención su frase: “la historia contemporánea ha creado una nueva clase de seres humanos: la de los que son confinados en campos de concentración por sus enemigos y en campos de internamiento por sus amigos”. Va a ser un placer leerla...

Gracias de nuevo, amigo.