miércoles, 22 de julio de 2009
Adolescentes
En el excelente blog La educación encierra un tesoro del profesor J.Cavero de Perú, encuentro esta reflexión sobre la adolescencia que no puedo dejar pasar porque me veo reflejada en ella como en un espejo (todos los que tenéis hijos adolescentes me comprenderéis).
Es innegable el orgullo que sentimos los padres cuando comenzamos a mirar a los hijos frente a frente y, en algunos casos, hacia arriba. Es emocionante compartir con la hija adolescente el maquillaje y tal vez algún polo (sólo algún polo, porque el resto de nuestro clóset “nada que ver mami, no te pases”). Es una experiencia rara pero única cuando las vocecitas infantiles de los chicos comienzan a cambiar y de pronto escuchas un “mamaaaaá” que estremece toda la casa…
La adolescencia es una etapa en que todos se vuelven hijos únicos. Las actividades de la familia, el tiempo, las necesidades de los demás, cuentan poco. Ellos tienen que ir a las cinco, y si sus hermanos deben llegar media hora antes, pues que ni se nos ocurra salir todos juntos. Vuelva usted por la chica nuevamente, ¿no se ha dado cuenta de que media hora en el carro significa media hora menos de espejo o de Chat? No puede ser. La solución no es complicada, pueden ir en taxi y así no molestan a nadie. Es verdad. Sólo que todos estábamos yendo al mismo sitio, hijita, podríamos ahorrar el taxi y el pánico que nos da que lo usen… “Ay mamá, por gusto te complicas, no pasa nada”.
Nunca pasa nada. El peligro es una categoría que los padres nos hemos inventado para hacerles la vida imposible a los hijos. Para quitarles su libertad. … Pero el peligro no existe. Los padres somos unos exagerados. Como las ovejas que no saben cuándo va a venir el lobo, así van nuestros adolescentes, pastando por la vida hasta que se topan con el mordisco. Sólo que las ovejas tienen cerca al pastor para espantar al lobo y ser curadas. Los padres a veces ni nos enteramos de los “mordiscos” que reciben nuestros hijos… es la ley de la vida.
De ninguna manera estoy a favor de la sobreprotección, palabra favorita de muchos adolescentes. Me gustaría que entiendan que “amor” no es “sobreprotección”. Que hay una gran diferencia. Que entiendan que llevar, traer, negar algunos permisos, llamar, preguntar, aconsejar, recomendar, repetir y repetir, cansa. Que sería más cómodo y sencillo quedar al margen de sus vidas. Pero no podemos porque son demasiado importantes para nosotros; tanto, que ya nos estamos acostumbrando a su adolescencia; la pena es que cuando terminemos de acostumbrarnos, ya serán adultos y nos dirán: “¿Viste que no pasó nada?”.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Me ha encantado esta entrada pero supongo que hasta que no tenga hijos y estos lleguen a la adolescencia no llegaré a comprenderla del todo.
Conchita te envio un regalito con todo mi cariño, para que te refresques http://diariodeclasezhenda.blogspot.com/2009/07/premio-light.html
Publicar un comentario